Parecía que, tras la presidencia coreana del G20, la reunión de los países más ricos del mundo de forma separada y específica en los encuentros internacionales era cosa del pasado, pero lo cierto es que ha sido apenas una ausencia temporal. Francia ostenta este año simultáneamente la presidencia del grupo multilateral surgido como respuesta a la crisis financiera y del más elitista G8, y se ha propuesto recuperar estas reuniones y elaborar, para ello, una ambiciosa agenda de trabajo que su diplomacia ha diseñado para los próximos 12 meses. La reunión de los ocho países más industrializados del mundo, tendrá lugar a principios del mes de junio, en un lugar del país aún por determinar, mientras que la reunión de jefes de Estado y de Gobierno del G-20, a la que España sí asiste bajo el estatus de invitado permanente, no se celebrará hasta el mes de noviembre en la ciudad de Cannes.
No se trata sólo de una reunión simbólica de los países que durante mucho tiempo han representado el mayor grado de desarrollo y riqueza mundial, sino que el encuentro tiene una agenda propia y claramente diferenciada de la del G20. Entre los temas que tratarán exclusivamente los países ricos está la gobernanza de Internet "un tema que no está relacionado con las filtraciones de Wikileaks pero que cobra actualidad con éstas", reconoce el embajador de Francia en España, Bruno Delaye, en un encuentro con periodistas. Se trata de garantizar la protección de los datos personales, el acceso a las redes y la saturación de las infraestructuras pero también de proteger la propiedad intelectual y de estudiar cómo se puede cobrar impuestos en la red, una de las reivindicaciones de las empresas de contenidos como Telefónica. La agenda del G8 se completa con el análisis de las rutas que sigue la cocaína, tema que se discutirá con distintos países de América Latina y África, y las discusiones sobre Oriente Próximo, Irán y Corea del Norte.
Sin embargo, lo que parecía la discusión de mayor urgencia en la última cumbre del G20 en Seúl (Corea), la guerra de divisas, queda aplazada hasta noviembre. La base de la discusión será el papel que se le ha encargado al efecto al Fondo Monetario Internacional (FMI) que no estará, previsiblemente, listo antes de junio. En todo caso, el nuevo juego de pesos en la economía internacional obliga a que los temas de carácter económico y financiero se discutan en el ámbito del G20, dada la creciente importancia de las economías emergentes y la cada día más evidente pérdida de peso de las economías desarrolladas. Así, el G20 también intentará concretar la creación de un mecanismo anticrisis y la reforma del sistema financiero internacional. Además, la presidencia francesa convocará una reunión específica de ministros de Agricultura para el mes de mayo, con el objetivo de analizar la excesiva volatilidad de los mercados de materias primas. Aunque Delaye es consciente de que muchos asuntos de esta ambiciosa agenda se pueden ver oscurecidos por otras urgencias, como la actual crisis de deuda soberana europea.
"Hay que ser flexibles, si hay fuego habrá que asumir el papel de bomberos pero nuestra intención es que el G20 ejerza de cara al futuro el papel de arquitecto de la gobernanza internacional", apunta el diplomático.
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