Cáritas afronta una situación económica muy delicada. El número de familias que demandan su ayuda creció un 81% el pasado año, mientras su presupuesto se estancaba y los donativos de particulares y empresas se resentían. Una herencia recibida en 2009 y que han distribuido en varias anualidades es la que mantiene la organización a flote y le permite afrontar la creciente demanda de los usuarios. Tal es la presión asistencial recibida en los últimos dos ejercicios que el colectivo prevé por primera vez cerrar el año 2010 con resultado económico negativo y una deuda de 6.500 euros.
Las cuentas de Cáritas de la Diócesis de Tui-Vigo para este año incluyen 1,2 millones de euros en ayudas dinerarias para cubrir las necesidades básicas de las familias y fondos para mantener a sus 30 trabajadores sociales y continuar con sus programas de empleo, salud e inmigración. Los gastos son cada vez mayores y para mantener el actual nivel de prestaciones necesitan incrementar en 250.000 euros –este año se prevé conseguir 95.000– la recaudación en donativos y colectas durante los próximos tres años, antes de agotar la herencia que les dejaron.
"O reunimos ese dinero o nuestra situación cogerá un cariz realmente peligroso. Podríamos correr peligro", advierte el director de la entidad, Ángel Dorrego, que considera urgente aumentar de 570 a 3.000 los socios de la organización para garantizar su solvencia con el ritmo actual de usuarios. En su opinión, "la sociedad viguesa no está concienciada con nuestra labor y además ahora empieza a sufrir el síndrome de cansancio de la crisis". Define así el que después de dos años de dificultades las familias que aún mantienen su nivel de vida decidan por simple temor ahorrar al máximo en lugar de colaborar con los más necesitados.
Dorrego define la situación económica de Cáritas como "grave" y su crítica es general a la hora de buscar explicaciones. En primer lugar para los ciudadanos de a pie, pues su recaudación anual en donativos y colectas equivale a apenas 70 céntimos por habitante y año, una cifra cuatro veces por debajo de la de otras ciudades españolas de tamaño similar, como Valladolid, Salamanca o Zamora.Un problema adicional son los fondos que Cáritas recibe de las parroquias y que a final de año deberían rondar los 35.000 euros. La cifra es muy baja en relación a su presupuesto total de 1,2 millones de euros y Dorrego explica las razones. "Las parroquias tienen cada vez más gente a la que ayudar, pero su recaudación no aumenta porque Vigo registra una de las asistencias dominicales a misa más bajas de Galicia, alrededor de un 4 o un 5% del total de población, lo que reduce muchísimo la posibilidad de conseguir fondos". Éste es un problema histórico de la Diócesis que hasta ahora Cáritas había podido sortear. El problema surge con el aumento del número de familias que acuden a su sede de García Barbón en un momento en el que su recaudación no aumenta. Sorprende que en la primera ciudad de Galicia y una de las más industrializadas del noroeste español "solo 15 empresas colaboran regularmente con nosotros", advierte Dorrego, que decidió explicar la preocupante realidad del colectivo para "hacer reaccionar a la sociedad viguesa y a las administraciones", a las que piden un mayor esfuerzo económico.
A principios de año Cáritas puso en marcha la campaña "Empresas con corazón" para fomentar las relaciones con el mundo empresarial y ultima una campaña en los medios de comunicación para intentar sensibilizar a la población a poco más de un mes de Navidad.
Nuevos rostros de pobreza
Los responsables de la organización buscan soluciones a su propia crisis de financiación, agravada por las peticiones de ayuda de lo que en un informe interno la ONG denominacomo "los nuevos rostros de la pobreza. Lejos del tradicional perfil de usuarios que atendían, procedentes de familias desestructuradas, Ángel Dorrego apunta que los principales perfiles sociodemográficos que atienden ahora son "jóvenes parados en busca de su primer empleo, parados recientes y familias jóvenes con niños pequeños".
Se trata de familias en un entorno normalizado que hasta hace pocos meses ni se hubieran imaginado tener que solicitar ayuda externa para salir adelante. "La crisis hace caer a los que estaban más cerca del borde", apunta el director de Cáritas, que vio también aumentar la llegada de familias españolas. Ellos son los "nuevos pobres"
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